Tras descubrir que el agua salada es la debilidad de los Shibatas, Satô y los demás se dirigen al tanque de agua que hay en la azotea del instituto. Sin embargo, Mazao Shibata, mucho más musculado que nunca, aparece ante ellos y, con un puñetazo brutal, deja a Watari por los suelos. Satô, al contemplar la escena, se hunde en la desesperación, lo que da pie a Shibata a contarle cómo empezó todo.
